miércoles, 27 de marzo de 2013

LA SHAPAJA

Todas las partes de la planta son utilizadas,. Es una de las principales fuentes de subsistencia de miles de familias, estimándose que en l986 generaba un valor económico y de subsistencia.

El principal uso es por el fruto, cuyas almendras contienen 60 a 70 % de aceite vegetal, rico en ácido láurico, con composición similar al aceite de coco o al de la palma aceitera. Lamentablemente, solo 6 a 10 % (promedio 7%) del peso fresco del fruto es almendra, por lo que el rendimiento de aceite es bajo (90 a 150 kg/ha/ao). alrededor de 85,000 t de aceite de semilla shapaja, para utilizarse principalmente en la industria de aceites y jabones. Sin embargo, su empleo ha disminuido por el uso de aceite de coco y de palma africana, más barato abundante y con mayor seguridad de suministro.

Los nutrientes principales del aceite de shapaja son los ácidos grasos saturados, los cuales representan un 90% del producto. Entre estos ácidos saturados encontramos ácido láurico, caprílico, palmítico, esteárico y otros.

Las plantas jóvenes pueden ser utilizadas para la producción de palmito, de manera similar a otras palmeras. En la shapaja, el palmito es blanco, con un sabor ligeramente dulce que tiene preferencia en cientos mercados. Las hojas enteras se utilizan en la confección de canastas, alfombras, mallas, etc. Las hojas tiernas de las plántulas cuyo tallo aún no emerge (“pindovas”) son utilizadas como forraje.

José Garboza

L A L A G U N A E N C A N T A D A

(  Hildebrando García Velásquez)

En un lugar de la selva sanmartinense, cuyo nombre ya no me  acuerdo, circundado de una veintena de casas de campesinos en su mayoría de techos de palmera, hay una laguna de aguas claras, que los pobladores la consideran “encantada”, porque a través de muchas décadas observan cosas misteriosas. Por ejemplo:

Que el nivel de agua se mantiene inalterable, tanto en época de verano como en lluviosas y no tiene vertiente que la sustente.

Que no tiene desaguadero porque nunca se llena.

Que en los días de lluvias leves se forma un arco iris, uno de los extremos se levanta del centro de la laguna y el otro, posa sobre unos roquedales de la colina al este del pueblo, mostrando un maravilloso arco triunfal de siete bellos colores, que deleita a la población.

Que en las noches de luna llena, se escucha una melodiosa música fúnebre, mientras los rayos del satélite juegan sobre un leve oleaje.

Que no se sabe su real profundidad, nunca han intentado medirla.

Además, es creencia del pueblo, que en las noches oscuras, salen del fondo de sus aguas unas sombras diabólicas que desaparecen luego en la oscuridad.

Por todo lo anterior , nadie debe bañarse ni pescar en ella porque la consideran un oasis del diablo.

A un extremo del pueblo fluyen raudamente las cristalinas aguas de un riachuelo que desemboca en el rio Mayo, cerca de Moyobamba, con amplias playas de arena blanca,. Sobre cuya superficie frecuentemente los pobladores constatan unas extrañas huellas sobre su suelo húmedo, después de las lluvias.

Es creencia de los pobladores que tales huellas dejan los pies del “Chullachaqui” que sale por las noches en plan de pesca.

En una oportunidad ocurrió algo increíble que dejo asombrado a todo el pueblo.

Sucedió que una adolescente  se atrevió a darse un chapuzón en las frías aguas de la laguna para mitigar el fuerte calor del mediodía. Sus padres la recriminaron severamente por su atrevimiento, ya que por tradición nadie lo hacía.

Dos meses después, la joven comenzó a sentir molestias en el vientre, como las que produce el embarazo. Zoraida Tapayuri que así se llama la joven, una simpática morenita del lugar, era consciente de no haber tenido relaciones sexuales, por lo que no le dio importancia a estas molestias, tampoco consulto con su madre.

En su conciencia no cabían tales anuncios, pues era consciente que mantenía su virginidad. Dos meses más tarde, cuando vio abultado su vientre, se atrevió a revelar a su madre las molestias que soportaba silenciosamente y como lo esperaba recibió severos castigos, obligándola a declarar su comportamiento.

Ante la reiterada negativa de Zoraida sobre su posible contacto sexual, sus padres optaron por pedir los servicios de una vieja y experimentada comadrona del lugar, para que se encargara de establecer el diagnostico correspondiente, la misma que después de una minuciosa observación determino que la señorita llevaba cuatro meses aproximadamente de gestación y que el niño se encontraba en buenas condiciones.

La noticia preocupo a toda la Comunidad, porque sabían que la joven se había bañado en la laguna encantada y nadie dudaba de su correcto comportamiento.

Los más creyentes en cuestiones diabólicas, dudaban que el feto fuese humano, contraviniendo el diagnóstico de la comadrona, porque afirmaban que la laguna era el oasis del diablo.

Los meses transcurrieron en medio de mucha incertidumbre y todo tipo de pronósticos, mezcla de misterio y leyenda, sobre todo porque se trataba de una adolescente.

Así llego la fecha del alumbramiento de Zoraidita, después de un minucioso seguimiento al proceso del embarazo por parte de la comadrona, quien insistía que se trataba de un embarazo normal y que el niño o niña nacería sin ninguna dificultad.

Eran las tres de la tarde aproximadamente de un domingo de marzo, cuando la jovencita sintió los anuncios del parto. Toda la población, sentada a la vereda de sus casas, esperaban el desenlace.

Algunos, los más curiosos, llegaron a la casa de la parturienta sin pensar que serían testigos  de un hecho insólito.

El niño nació con toda normalidad, pero, tan luego le cortaron el ombligo, se escapó de las manos callosas de la comadrona, que solo atino a dar un grito desarticulado al ver que el misterioso ser, con los bracitos extendidos y a poca altura del suelo como volando salía del cuarto de parto, cruzaba la sala y se dirigía a la calle ante el asombro de los curiosos, con un lento desplazamiento y conservando la altura hasta caer en la laguna, donde con un leve oleaje se perdió en el fondo y nunca el pueblo supo de su destino, porque nadie se atrevió a meterse en ella para intentar dar alcance al diabólico recién nacido.

Pasaron los años y lo acontecido, solo quedo en el recuerdo de los pobladores.

C O N Q U I S T A N D O E L U C A Y A L I

Salí con mi esposa de nuestra tierra natal : Shapaja (San Martin) a conquistar nuevas tierras en Ucayali. El viaje fue regular, pero mi mujer sufrió mucho, porque en el mal paso ”El Vaquero” tuvimos que amarrarnos fuertemente con sogas en la barriga y al pecho, para que las “oladas” no nos botara de la balsa. Esa amarrada y esas buceadas a la que nos obligaron las olas del rio, le hizo daño  y al día siguiente la pobre de Olga me dijo que sentía fuertes dolores en la barriga y que le bajaba mucha sangre, diciéndome que se moría.

Yo, asustado , dije a mis compañeros de viaje para atracar en la playa y en cuanto atracamos, hice un tambito, lleve a mi mujer hacia allí y se echó sin fuerzas en la arena, diciéndome: “No sé que me pasa, ya no puedo, vete tu solo, no voy a tener a mi hijo. Trabaja, haz tus chacras y vende en Iquitos. Cuando vuelvas a Shapaja, dile a mi mama, que no he tenido hijo, que me he muerto en una playa”.

 Y le acariciaba las manos y la cabeza, le decía que no se iba a morir y que si ella moría, yo me moriría a su lado.

Al poco rato dijo :” Ay, ay, ya cayo. Nuestro hijo ha salido. Ya no me muero. Me quieres dar otro” y le conteste: Todos los que quieras y ella se sonrió. Pasamos la noche y luego seguimos nuestro viaje a Iquitos.

Quise trabajar y hacer mi chacra en Iquitos, pero no encontraba lugar y me dijeron que debía irme por el Amazonas, Ucayali o el Marañón. Y nos decidimos por el Ucayali, nos embarcamos en una lancha, con mi mujer, mis maletas, mi hamaca y mi mosquitero.

Y en una ribera del Ucayali, nos bajamos en una playa, había una purma y una casita con el techo caído, los horcones inclinados o sea estaba abandonado. Luego recorrí la zona, encontré una casa donde había una viejita y me dijo que en la casa donde yo estaba, no era de nadie, que su dueño se había ahogado y su mujer e hijos se habían ido, no se sabe adónde. Volví y le conté a Olga que se puso contenta, porque podíamos hacer nuestra casa y nuestras chacras.

No tenía otra herramienta que un hacha, un machete y una escopeta, tampoco teníamos comida pero sabíamos que en toda purma se encuentra guineos enanos o guineíllos, pandishos y otros huayos del monte.

Al día siguiente, fui al centro y encontré un monte alto, como para chacra y empecé a rozar. Al atardecer volví a casa y le conté a Olga de mi rozo, se alegró y me dijo que al día siguiente iríamos los dos a trabajar juntos.

Al día siguiente entre los dos  seguimos el rozo hasta cuadrar una hectárea, luego con mi hacha empecé la tumba de árboles y hasta que secara la chacra me dedique a la caza, porque hasta ese entonces nos habíamos alimentado de sachacuyes y ahora ya cazaba añujes, majas, carachupas, osos hormigueros, monos, sajinos y venados.

Y para no desperdiciar la carne, la ahumábamos en una barbacoa, luego la carne seca la guardábamos en paneros. Cuando termino de secar nuestra chacra, le dije a mi mujer que los dos la íbamos a quemar, pero ese día llego a nuestro tambo un matrimonio que estaba de surcada y se ofrecieron a acompañarnos y ayudarnos en la quema.

Casi al mediodía, prendimos los shupihuis y cada uno en su lugar, a una distancia de veinte metros unos de otros, íbamos quemando las ramas secas y pronto se levantaban unas llamaradas que arrasaban en pocos minutos la chacra, quemándose todo muy bien.

Luego se me presento el problema de buscar palos de yuca, pero el hombre que me ayudaba me dijo que él podía conseguir y sembrarlos con la condición de que le ayudara a hacer lo mismo con él en su chacra que tenía más arriba y le acepte hacer el trabajo “choba” “choba”.

Encontramos la yuca, la sembramos la mitad y la otra con “mallques” de plátano. Luego me puse a levantar mi casa, pues aún vivía en la que encontré a mi llegada. Y en dos meses  termine mi casa con horcones de quinilla, amarres de tamshi, techo con hojas de palmeras  shapaja, shebon y huasai, paredes de pona bien raspada y bien unidas, el piso levantado un metro del suelo con pona con su buena cocina y horno, que fue del gusto de mi señora que ya esperaba un hijo.

Éramos felices, sobre todo en las tardes cuando nos bañábamos en una quebradita de aguas claras, otras veces íbamos por el monte a pasear. Hasta que un día vi a mi mujer demacrada y le pregunte que tenía, pero ella no quiso contestarme, hasta que un atardecer me dijo : Iván, ya no puedo aguantar más, tengo unas fuertes hemorragias que me están matando.

Ya me suponía que algo te estaba pasando, voy a llamar al brujo “pelayuca” para que te cure, tome el remo y en mi canoa después de media hora rio abajo, llegue a su tambo y le encontré curando a seis enfermos, todos poshecos. Le pedí que vaya a curar a mi mujer, me contesto que no podía ir esa tarde, porque tenía que tomar ayahuasca para curar a unos enfermos y que aprovecharía de la toma para ver quien o quienes la podrían haber embrujado, que volviera a mi casa y diera de tomar a Olga una infusión de piri piri rojo y que no me asustara si a la medianoche abortaba mi mujer.

Regrese apenado por lo que me había dicho, le conté todo a mi señora y le di de tomar un pocillo de té de piri piri rojo cada hora. La hemorragia se le había suspendido, pero le vinieron fuertes dolores al vientre y a los riñones y a la media noche como había dicho el brujo, aborto una criatura hombre, bien formado entre horribles dolores y gritos de mi mujer.

Al día siguiente llego “Pelayuca”, así le llamaban porque tenía grandes manchas blancas en la cara y el cuerpo. Sentó a Olga y comenzó a curarla cantando y fumando. Luego me dijo que el bufeo le había embrujado y que era necesario satisfacerle, porque sino Olga volvería a enfermarse.

Me dijo que debía llevar el cadáver de mi hijo al rio y decir :”Bufeo macho, que has embrujado a mi mujer, allí te entrego a mi hijo para que sea tuyo. Desde ahora somos amigos y nunca más te voy a picar”. Así lo hice y deje suavemente el cuerpo de mi hijo en el rio, desapareciendo inmediatamente llevado por el bufeo.

Volví a mi casa y pregunte al brujo, porque el bufeo había embrujado a mi mujer y me dijo: ”Tu sabrás, cuando ha mezquinado tu mujer al bufeo. Por eso, él se ha vengado”.

Y Olga me dijo: ”No te acuerdas Iván, que la última vez que tuve la menstruación, íbamos los dos en la canoa y vinieron seis bufeos juntitos a nuestra canoa y tu agarraste la flecha y le haz lanzado al más grande de los bufeos. Quizás eso, haya sido la causa de su ira y venganza del bufeo”.

Sí, sí, me acuerdo, así es.

Mi mujer sano, pero quedo débil, posheca, sin ganas de trabajar. Un día, vi que ella estaba comiendo pedazos de jabón, astillas de pona y también tierra.

Tiene vicio, tengo que curarla y fui a una viejita para que le curara a mi mujer. La viejita me dijo:” Que iba a preparar oje para convidarle, que la llevara a su tambo una mañana en ayunas y la lleve.

La viejita me dijo:” Ahora voy a curar a esta huambra que está llena de bichos y cuicas que la están matando. Váyase Ud. al monte y déjeme a mí con su mujer.

Cuando estuvieron solas, la hizo desvestir totalmente y con ella se fue al rio, la hizo bañar bien, la seco y le puso un vestido y sin bombacha. Luego le dio un pate con oje preparado con aguardiente y se lo hizo tomar de un golpe. Trajo cuatro naranjas y le convido el jugo, luego la hizo descansar en el emponado.

A una hora, mi mujer se levantó apretándose el vientre y sin darle tiempo para entrar en el monte, comenzó a cagar a chorros y a vomitar, quejándose luego, volvió y se echo agotadísima.

A otra hora dijo:” Otra vez”, “Ya no puedo más”, “Me muero”, la tome de la cintura y la ayude, pero ahí nomás me zurro, manchándome los pantalones de “isma”. No la podía soltar, porque quería caerse y así paso todo el día.

Por la noche durmió bien y al día siguiente volvimos a nuestra casa. Días después fue teniendo apetito y se iba poniendo pucachita, hasta mejorar bien.

Meses después empezamos a cosechar en nuestra chacra bastante yuca y como no podíamos venderla, hicimos fariña y el resto lo dimos a los chanchitos que estábamos criando. Hasta que un día, unos indios nos robaron toda la fariña y nos privaron asi del dinero que necesitábamos para comprar nuestras necesidades.

Pasaron los días y a mi mujer la veía desmejorada, estaba “pocillo ojo”, “posheca” y la lleve al brujo, quien me dijo que Olga tenía “mal de la gente”. Y le pedí que la curara.

Me dijo, que ella debería quedarse en su tambo para su tratamiento. No quiso que yo me quedara junto a mi mujer, sino que ella estuviera sola hasta que sanara totalmente.

Regrese a la semana y mi mujer me conto que durante seis días, la estuvo icarando, le hizo tomar ayahuasca, veía visiones y temblaba. La sometió a no comer sal, ají, pescado salado, pero no sentía mejoría y me pidió que la llevara a casa, porque también el brujo se estaba aprovechando de ella.

El brujo me pidió por la curación una docena de gallinas, que le entregue y saque a mi mujer de allí y la lleve a Requena en mi canoa, llegamos al hospital, el medico la examino y le dijo que iba a sanarse, lo que ella necesitaba era descanso, buena y abundante alimentación y comenzar a tomar sus medicinas diariamente.

Ud. tiene una fuerte anemia y complicación en los pulmones. Tenga estas  tres recetas y váyase tranquila, que se sanara. Mi mujer salió con las tres recetas y me las entrego, fui al botiquín del hospital y no había ninguna de las  medicinas y me dijeron que la comprara en Iquitos. Esto me desalentó porque no tenía dinero para ir a Iquitos, ni tampoco para las medicinas e inyecciones que receto el médico.

Y Olga me dijo: No sufras  Iván, no te preocupes, yo me voy a sanar con medicinas baratas. Vamos a casa, a cosechar nuestra yuca y haremos fariña, luego la vendes y me compraras las medicinas y yo me sanare, me pondré fuerte, hermosa como antes y trabajaremos juntos nuevamente.

Así empecé a trabajar en mi chacra, con unos vecinos, la iba cuidando y alimentando a mi mujer, que se iba recuperando. Un día fui a pescar y me agarro una lluvia torrencial con fuertes vientos que me impidió seguir pescando y me obligo a buscar refugio. La lluvia duro varias horas y luego regrese a mi casa.

Al llegar, encontré a Olga en cama bajo el mosquitero, me extraño y le pregunte:” Que te pasa, porque te has echado a dormir tan temprano”.

Me dijo :”Ha caído una fuerte lluvia con vientos y ha baldeado toda la casa, como ves, me ha mojado totalmente y por eso me eche en la cama. Ahora tengo fiebre”.

Le toque la frente y el cuello y estaba ardiendo. Me asuste. Tienes fiebre alta, Olga.

Si, Iván, mucha fiebre y me abrazo. Le prepare un té de naranja y logro quedar dormida. Se hizo la noche y Olga empezó a delirar y sentado a su lado le tocaba las manos que quemaban y seguía hablando tonterías.

Cerca de la medianoche, sentía que su respiración se alteraba, la llame y no contesto, acerque el lamparín a su cara y vi que sus ojos tenían la mirada extraviada.

Tanto me impresiono que la abrace, pidiéndole que no me dejara.

No me oia y … al poco tiempo, su cuerpo se quedó estirado. Olga había muerto.

¡ Noooooooo! ¡ Nooooooooooo! Mi amor no me dejes…….

 

Carlos Velásquez Sánchez

viernes, 8 de marzo de 2013

El Marañón (Casho): es una planta que pertenece a la familia de las anacardiáceas

Es un árbol que alcanza los 20 metros de alto, de tronco corto y ramificación dispersa. Su corteza, de color gris a pardo claro, contiene una savia lechosa. Sus hojas son simples, alternas, sin estípulas y agrupadas en los extremos de las ramas.
El fruto es una nuez de color verde grisáceo y el pedúnculo o seudo fruto es carnoso, jugoso y de color rojo brillante.

Medicinal: Los frutos color amarillo o rojo del marañón son conocidos como ”la fruta de la memoria” porque fortalece el cerebro. Contiene grandes cantidades de vitamina C y tiene múltiples usos medicinales. La cocción de su corteza y hojas son empleadas para el tratamiento de cólicos estomacales, inflamaciones, insomnio, diabetes, paludismo y hemorroides.

La resina del marañón sirve para curar lesiones cutáneas y sus semillas tostadas son nutritivas y presentan propiedades afrodisiacas.

Alimento: El pedúnculo carnoso se consume como fruta natural o en jugos. El zumo se consume en estado natural y pasteurizado es una bebida casera no alcohólica. Al fermentarlo se puede obtener un vino delicado y de exquisito sabor.

Carlos Velásquez Sánchez

OMNIPRESENTES HORMIGAS (I)

Escribe: José Álvarez Alonso

La selva amazónica son hormigas y mosquitos, he escuchado decir a algunos. Sin zancudos, isangos y hormigas, la selva estaría llena de chinos, dicen otros. Efectivamente, no hay cosa más ubicua y molesta que estos y otros insectos. En términos de biomasa, los insectos superan con mucho a todos los vertebrados: sólo los insectos sociales (hormigas, termitas, avispas y abejas), pese a que son apenas el 2 % de las 900 000 especies conocidas de insectos, representan entre el 75 y el 80 % de la biomasa animal de la selva, superando con creces a todos los mamíferos, aves, reptiles y anfibios juntos.

Las hormigas son el grupo más diverso y abundante. Su biomasa total en la Tierra iguala a la de los 6 000 millones de personas: hay 1.5 millones de hormigas por cada ser humano en este planeta. Su diversidad es increíble: en un metro cuadrado del suelo del bosque se ha encontrado hasta 50 especies de hormigas, más que en toda Inglaterra. Se calcula que las hormigas pueden formar el 15-25 % de la biomasa de los animales terrestres, pero en la Amazonía pueden llegar hasta representar hasta el 30 % de la biomasa animal. Una hectárea de bosque amazónico puede albergar hasta siete millones de hormigas (efectivamente, leyó bien, 7 millones, y no 07, como escriben algunos ignaros).

Si hay algo omnipresente en la Amazonía son las hormigas. Aquél que las deteste, mejor se va a la Antártica, único continente donde están ausentes. Se puede evitar la presencia de mosquitos con mallas y mosquiteros, pero a las hormigas…. Ni hablar, están en todas partes. Uno encuentra a veces nidos en los lugares más insospechados: dentro de un aparato eléctrico, en un zapato descuidado, dentro o debajo de un libro dejado por unos meses en un estante… Sólo en casa nueva puede que están ausentes por un tiempo, pero luego de un corto tiempo ya las encuentras en la cocina, en el baño, en el dormitorio, en todas partes. Y por supuesto, en la comida: cuando se viaja por la selva, uno tiene que acostumbrarse a su sabor, porque a veces es imposible evitar que se metan en los alimentos en tal número que a veces no queda otra que engullirlos con ellas.

Solo el refrigerador las mantiene a raya de los alimentos. Cuando no lo hay, uno se las tiene que ingeniar para poner fuera de su alcance el azúcar, el alimento hormiguil favorito. Cuentan que el P. Balmóriz, secretario del colegio San Agustín de Iquitos allá por los años 70, que estaba tan
harto de encontrar hormigas en el azucarero que cuando solicitaba el azúcar en la mesa solía decir: “Por favor, pásame las hormigas”.

Un método muy socorrido para enfrentar esta formidable fuerza invasora es poner el azucarero en medio de un plato con agua. Aún este método tiene sus fallas, pues bastan un par de días para que estas ingeniosas criaturas consigan pasar a través de un pasaje invisible por encima del agua, y a veces llegan a hazañas increíbles: varias se amarran en cadena haciendo como puente (usando su flotabilidad por encima de la película superficial del agua) y el resto pasa por encima.

Uffff, el pucacuro

En mis largos años recorriendo ríos, montes y comunidades amazónicas he tenido multitud de encuentros no tan deseados con diversas especies de hormigas, como sin duda le ha ocurrido a todo habitante o visitante en la Amazonía. Voy a contar uno que me ocurrió con el casi invisible pero ardiente pucacuro (Solenopsissp.); en otra oportunidad contaré mis experiencias con otras especies.

Cuando uno viaja por los ríos, a veces se tiene que poner la ropa ‘con todo y hormigas’. En esa selva tan pobre en nutrientes, las hormigas buscan con afán las sales dejadas por el sudor en la ropa, y uno se las encuentra a veces al ponerse algo que estuvo colgado aparentemente fuera de su alcance. Recuerdo un caso en particular: estaba yo visitando la comunidad de San Andrés, en el curso medio del río Tigre, y me había alojado en el botiquín comunal, una preciosa casita con lindo cerco de pona, techo de irapay, y barandilla de tronco de huasaí. Luego de bañarme en la quebrada yo ponía todos los días mi “trusa” a secar en la barandilla, inconsciente de que estaba plagada de la diminuta hormiga pucacuro.

Un día, cuando me fui a bañar en la tarde, agarré mi toalla y jabón, me puse el traje de baño y salí caminando por en medio del pueblo hacia la quebrada. A los 15 o 20 metros comencé a sentir el ardor de la picadura de estas diablillas en las partes más vulnerables de un varón; algo así como una quemadura que crece en intensidad a medida que más y más hormigas se suman al degüello.

Como yo iba caminando entre la gente (eran como las 5.30 de la tarde, y todo el mundo iba de camino al puerto a bañarse) me era imposible rascarme y, mucho menos, sacarme el traje de baño, así que ‘saludando saludando’, sonriendo a la fuerza mientras sentía derretirse mis atributos, sin poder correr tampoco (me hubiesen considerado un loco), retorciéndome por dentro y apenas logrando disimular el insoportable ardor, caminé los últimos 30 o 40 metros más largos de mi vida: “Buenas tardes, doña Julita”; “así que a sacarse el siso a la quebrada, Don Mañuco”; “vamos a hacer pesca en la quebrada, don Jesusito”…
Por fin llegué al puerto y, botando la toalla y el jabón salté como un poseso a la quebrada Yanayaquillo… Ahhhh, qué alivio, sentir el frescor del agua en mi vulnerados atributos. Debajo del agua pude rascarme a placer, gesticular como loco mientras buceaba, al tiempo que el ardor iba bajando poco a poco, y yo ‘craneaba’ conseguirme una lupa y analizar mi ropa antes de ponérmela…

Más hormigas, digo historias, para otra ocasión.

E L S I C A C H E R O

( Mardell Tello Perez)
En la ciudad de Lamas, como en muchos lugares de la selva, no deja de haber cuentos, chistes y leyendas, como también simplones y pendejos.

También, gente humilde y trabajadora ayudándose unos a otros, comerciantes y ganaderos que hicieron su fortuna a base de esfuerzo y sacrificio.

Empleando su inteligencia y habilidad, estas personas llegaron a dominar el territorio, convirtiéndose algunos en pequeños gamonales.

Como siempre , en todas las partes del mundo, no hay ni habrá nunca igualdad social, aunque el planeta se llene de sangre, siempre existirá el “simplemente animal” , el “animal de carne”, el “hermano mayor” y el “sacerdote que jode”. En una frase, la dominación del hombre por el hombre.

Sucedió que en esta localidad, había un hacendado y comerciante a la vez. Como todos de su condición, tenía un fundo fuera de la ciudad.

Este hombre era recto, sincero y justo con los que se lo merecían. Los que querían ganar su jornal sin trabajar o mejor dicho, los haraganes y mauleros, le aborrecían, otros estaban contentos porque siempre había algún regalito por sus responsabilidades.

En este fundo trabajaba un peón de nombre Serapio. Era un hombre alto, de nariz pronunciada, su rostro estaba surcado de arrugas que parecían un mapa trazado por la mano de un pintor borracho.

Serapio era la mano derecha del patrón, su hombre de confianza.

Un día, el patrón le dijo : Oy, Serapio, quiero franquearme contigo: soy Mason.

Serapio, dio un salto atrás asustado-

Que me quieres decir con eso, patrón ¿ me ves con cara de maricon? – le respondió.

El patrón se destornillo de risa, se revolcó en el suelo hasta llorar de tanto reír. Cuando se calmó, miro a Serapio.

Ah , muchacho, no me has entendido, quiero decirte que soy masonista o sea que pertenezco a una Asociación o Logia llamada Masones. Y siguió hablando el patrón- como ya me queda poco tiempo para morir, quiero encargarte un favor.
Mira toda mi familia son gordos y diabéticos, solo yo no tengo ¿Por qué razón? Porque desde pequeño me ha gustado comer “sicacho”(raspado de la paila de hacer chancaca) que es una gran cosa para adelgazar y para los diabéticos.

Cuando se come  una buena porción, nos da sed y hay que tomar bastante agua, con lo cual se llena nuestro estómago  y no se come mucho. Cuando muera haz tu chancaca y saca  tu sicacho y véndelo a todos, en especial a los gordos y con ese producto te harás rico.

Te dejo el trapiche con dos toros, cinco hectáreas de monte virgen y siete hectáreas de caña, aquí tienes los documentos- y  los puso en manos de Serapio.

A los dos meses murió el patrón y hasta ahora lo recuerdan los viejos.

En cuanto a Serapio, cumplió su cometido, empezó a repartir su sicacho cada tres veces a la semana.

Al cabo de un tiempo , Serapio se volvió rico, la gente ya no le llamaba por su nombre, sino cariñosamente le decían : Hola Sicachero.

De repente Serapio se enfermó, le llevaron al médico y este le diagnostico Diabetes avanzada.

¿Qué había pasado? Serapio, por vender el sicacho,, se había olvidado de consumir su producto. Le gusto la platita, se había vuelto “ kullkiwicsa”, o sea un AVARO y murió Serapio.

CARNE DE PICURO

Luis Ordoñez Sánchez

“Es la mejor”, afirma toda persona que prueba la carne del roedor Picuro, conocido por otras personas como Majas. En lengua Campa : Samaño. Es preparada en guiso, en caldo y ahumado. Tal precisa calificación se debe al sabor agradable y a la suavidad de la carne.

En los restaurantes de las carreteras, en algunas de las ciudades, las comidas hechas en base a carne de picuro son infaltables; y son anunciadas en letreros, colocadas en las paredes o en las veredas del Centro comercial.

¿ Dónde son producidos los picuros cuyas carnes se expenden en los restaurantes?, es la pregunta básica del visitante. La respuesta: “En ninguna parte” ¿ Cómo? ¿ Y dónde se consiguen miles de ejemplares de picuros diarios para abastecer de carne a los restaurantes de toda la región?.

Mediante la caza en los pocos bosques sobrevivientes. Y eso, sin considerar los ejemplares que son alimento importante en la dieta de los campesinos que viven en los caseríos.

¿Está mal cazar el picuro? SI Ud. caza en su bosque familiar, para la alimentación de su familia, está bien. Es que , la mayoría de agricultores, no tienen bosques en sus parcelas.¿ Así? ¿ Porque?¿ Alguien le puso el cañón del fusil para obligarlo a desaparecer su bosque?. El agricultor que carece de bosque en su parcela, debe olvidarse para siempre que es cazador de animales silvestres.

¿Porque? El cazador de animales silvestres debe hacerlo en el bosque de su parcela y no en el bosque de otra parcela. Nadie debe ingresar a cazar ni cortar nada ni hacer nada en bosque ajeno. Está prohibido ingresar a propiedad ajena sin la debida autorización, mucho menos a realizar cualquier actividad.

¿ Entonces, los cazadores de picuros están mal?

El cazador de picuros debe hacerlo en el bosque de su parcela y para la alimentación familiar.¡ No para vender! Para vender debe producir.¿ Así como se produce pollos, cerdos, vacas para la venta?

Efectivamente. Si nadie dice nada por esta anormalidad, no es que está bien. Estamos acostumbrados a cosechar sin haber sembrado, a cazar sin haber producido.¿ Acaso esta bien? Lamentablemente, no; aunque sea una costumbre ya impregnada en la
Región, esta costumbre llevara a la extinción del picuro como animal silvestre y con seguridad a la desaparición de otros animales silvestres que son día a día cazados ilegalmente.

Pero, se diga lo que se diga, la carne de picuro es exquisita. Es la carne referente entre las carnes de monte.¡ Ya pues, a producir los picuros para abastecer  la grande demanda de los restaurantes!

Hay que ir olvidándose de cazar en bosque ajeno. Llámese ajeno, aquel bosque que simplemente no es suyo. Puede ser de una persona particular o del Estado, en ambos casos son bosques ajenos; por tanto, allí la caza está  prohibida, peor con fines comerciales.