En quechua quiere decir “Madre del Monte”. Es una boa de tierra de gran tamaño, eslegendaria. Los caucheros y mitayeros han tropezado muchas veces con ella y aquellos que no han sido devorados, nos han dejado muchos relatos sobre su existencia.
CUENTO AMAZONICO
Mi compadre Ildisho acostumbraba internarse solo en el bosque en busca de cacería durante días con el fin de reunir abundante carne y pieles. Y en su diario trajinar lo hacía por un estrecho sendero que él mismo había abierto para internarse en la selva. Casi al final de este sendero, había un colosal tronco caído, sobre el que tenía que pasar diariamente en la ida y venida. Al parecer la caída de este gigantesco árbol se había producido mucho tiempo atrás, porque sobre su corteza se había acumulado una gruesa capa de tierra, donde crecían musgos, hongos y toda clase de vegetación pequeña y el resto del tronco no se podía ver, porque se perdía entre el bosque. Mi compadre había hecho de este tronco su lugar de descanso favorito, porque le permitía descansar cómodamente tendido sobre el, con el machete prendido en el suelo a su lado y la escopeta entre sus brazos. Hasta que un día de esos, que se detuvo junto al tronco para descansar, clavó el machete en el mismo tronco, en vez de hacerlo en el suelo y al instante sintió un ligero temblor que sacudió el bosque que le rodeaba, acompañado de un ruido sordo y lejano. Ildisho se asustó, pensando que se trataba del inicio de un terremoto, pero todo se aquietó y volvió a la normalidad y él siguió su descanso. Días después fue sorprendido en el bosque por una fuerte tempestad que lo dejó empapado y muerto de frío, siguió caminando, hasta que llegó hasta donde estaba el tronco, aquíIldisho empezó a exprimir sus ropas, buscó unas ramas secas y las prendió fuego al lado del tronco donde estaba recostado, para calentarse un poco y secar sus ropas y asar un pedazo de carne para comer. Las ramas empezaron a arder, hasta producir mucho calor y las llamas alcanzaron el tronco caído. Ildisho permanecía sentado sobre el tronco por largo rato, hasta calentarse y cocinar. Después decidió apagar la fogata sin moverse de su sitio, usando el machete, pero en ese instante sintió un sacudón y vio que los árboles se sacudían, causando un ruido extraño como el que escuchó días antes y luego vino la calma. Ildisho quedó pensativo, tenía la impresión de que el propio árbol en el que estaba sentado, sesacudía, pero no le dio importancia. Y de regreso a su tambo, pensó nuevamente en el tronco y al día siguiente regresó para revisar el tronco. Lo primero que hizo fue examinar con mucha atención la única parte descubierta que mostraba y nada extraño notó en esta parte, entonces decidió seguir bordeándolo hasta llegar a sus braíces, pero, no se dio cuenta de que a medida que avanzaba, el tronco se iba adelgazando ligeramente, en vez de seguir engrosando como es natural en todo árbol que siempre es grueso en su base o raíces.
Al cabo de un rato, detrochear, llegó a una parte totalmente despejada de malezas y arbustos y vio sorprendido montones de huesos de todo tamaño, como si se tratara de un cementerio de animales de la selva. Ildisho, luego avanzó para examinar las raíces del árbol caído, pero al acercarse donde terminaba éste, quedó paralizado al ver con asombro que en lugar de raíces había un enorme hueco, desde donde al parecer eran arrojados los huesos, porque desde allí partía el montón. El cazador sintió temor, al sospechar que el árbol caído no era tal, sino algo misterioso y viviente.
Con temor, siguió bordeando al tronco hacia la parte donde debería estar la copa, sin embargo a medida que avanzaba se iba dando cuenta que éste aumentaba de grosor. Ya cerca del final, se detuvo sorprendido al ver un espacio despejado, limpio, cubierto solo con hojarascas y no se veía huesos ni raíces. Allí permanecíó largo rato, y de pronto vio llegar a un venado que se acercaba lentamente, entonces Ildisho se preparó para disparar al animal, pero de pronto apareció sorpresivamente una enorme sachavaca y fue a detenerse junto al venado. Ildisho, quedódes concertado, no sabía a cual de los dos matar y bajó el arma hasta que el venado quedara al descubierto, pero le tapaba la sachavaca.
Resulta que los animales no se movían del sitio, pues, parecían clavados en el suelo y lo único que hacían, era raspar la tierra. De pronto, el canto de la chicua, casi sobre la cabeza de Ildisho, le asustó, haciéndole dar un pequeño salto, esto motivó que los animales quisieran correr, pero no podían moverse y no quitaban la vista del árbol. Esto llamó la atención a ildisho, y avanzó unos pasos hacia los animales y comprobó que éstos se asustaban, pero no podían correr, estaban como hipnotizados. Ildisho comenzó a inquietarse y a sentir temor de algo desconocido que iba a ocurrir en cualquier momento. Trató de calmar sus nervios, por un momento pensó que el chullachaqui, se había transformado en estos animales, para burlarse de él. Al poco rato, vio que la sachavaca comenzó a dirigirse hacia la base del tronco, paso a paso y desapareció en un abrir y cerrar de ojos, como si la tierra se lo hubiera tragado, a continuación el venado siguió el mismo camino y desapareció igual al llegar al extremo del árbol caído, ni un grito, ni un quejido se escuchó. Ildisho, impresionado por esto, decidió investigar y empezó a revisar el tronco, pero de lejos. Se detuvo un instante para observar bien y lo que vió los dejó paralizado de horror, sus piernas temblaban y estaba a punto de desmayarse, pues, lo que creía que era un árbol, no era otra cosa que un descomunal monstruo con poderes hipnóticos extraordinarios.
Era una horrorosa serpiente gigantesca con enormes ojos brillantes, que emitían rayos hipnotizantes, una enorme cabeza horrible con largas orejas bien paradas y puntiagudas, una boa monstruosa que parecía tenerla abierta como la entrada de un túnel. Esta criatura de la selva permanecía allí inmóvil, tal vez por largos años o siglos, alimentándose de toda clase de animales que tenían la desgracia de cruzarse en su camino, poniéndose al alcance de sus poderosos rayos hipnóticos de sus ojos. Cuando esto ocurría, al instante se paralizaban y poco a poco eran atraídos directamente hacia la enorme boca de la serpiente donde desaparecían enteros, luego del proceso de digestión sus huesos iban a parar al otro extremo o sea a la cola del monstruo donde había ese amontonamiento de huesos. Según sus cálculos el monstruo medía unos 60 mtrs. de largo y casi dos metros de diámetro cerca a la cabeza.
Ildisho, ya no tenía dudas, de que se hallaba frente a la legendaria sachamama, madre de la selva o madre del bosque. Este descubrimiento le permitió conocer la causa de los temblores que sintió y sacudió todo el bosque de los alrededores, primero al ser herida ligeramente con la punta del machete que seguramente atravesó sus gruesas escamas y después por el fuego que llegó a alcanzarlo. Ese mismo día, abandonó su tambo para regresar a su hogar, jurando no volver jamás por esos lugares, ni recostarse sobre troncos o árboles caídos, sin estar seguro de que son auténticos.
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