miércoles, 24 de marzo de 2010

LA TRAVESIA DE YACU

Hola soy Yacu, más conocida por todos como AGUA, nazco en los nevados, que cada vez son más pequeños; muy alegre por poder servir al mundo comienzo mi travesía. Son las séis de la mañana, estoy helada, lista para dirigirme a a la gran laguna del Dorado, la más preciosa de todas, con muchos bosques con plantas de colores y animales de todos los tamaños, pero ya hace unos años se empezó a deteriorar y el hombre empezó a destruir mi hogar favorito.

A las cinco de la tarde, estoy en la laguna, recordando mi infancia, donde jugaba con las mariposas y abejitas que vivían en los árboles, pero ya no están y pregunto al último señor árbol de la laguna ¿Dónde se fueron mis amigas? Y me responde con nostalgia, que se fueron al cielo en el momento en que cortaron a sus parientes, porque no tuvieron donde vivir.

Descanso un rato, después de unas horas el ruido de la motosierra me levanta, estaban cortando a mi último amiguito; corro para que no me ensucien pero ya es tarde, mi mano se quema con el detergente que botaba una joven señorita al lavar sus prendas. Llego a una quebrada y me encuentro con una sorpresa inesperada, estaban sacando oro de mis profundidades y mis amiguitos peces estaban a punto de encontrarse con la muerte. Me asusté mucho y tuve que acelerar mi recorrido. Luego de tanto correr, llego a las cataratas, por fin algo bonito, es la mejor parte del camino, unos buenos aldeanos lo cuidan y quieren que yo sea feliz, pero no saben el sufrimiento que tengo, porque cada vez caigo con menos fuerza en las hermosas cataratas, pero hoy estoy feliz y me voy a divertir, cierro los ojos y bummmmmmmm, fue una caída perfecta.

Cantando me dirijo al río, para saludar a mi amigo otorongo, que al verme irá a mis orillas a tomarme y con un saludo y despedida le veré alejarse, pero no lo encuentro, solo a unos cazadores llevando su piel y dejando su sangre en mi cauce como si yo fuera el culpable ¡No puede ser!

Sigo bajando y me encuentro con otras quebradas, el río se hace muy grande y al llegar a cierta parte no puedo controlarme, las lluvias aumentan mi caudal y causo desastres, lloro sin parar, no es mi culpa, yo no quiero, pero Uds. hacen que no haya más árboles que me sujeten. A veces mueren personas, otras se quedan sin casa, sin campos de cultivo y hasta veo niños sin comer y ¿Uds. creen que no sufro?, claro que sufro aunque no me vean llorar. Triste voy a los mares y la señora sal me consuela, pero yo sé que me estoy perdiendo, me estoy secando, me evaporo por el aumento de la temperatura y lo poquito que queda de mí lo están usando para cultivos y para eliminar basura que producen las casas y fábricas.

No puedo seguir así, me voy a acabar y pronto, si nos quedamos con los brazos cruzados. Ayúdenme a poder vivir, porque sin mí Uds. tampoco podrán vivir.

María José Arguedas Pinasco

lunes, 22 de marzo de 2010

NARRACIONES POPULARES DE LA SELVA


- En la Selva Alta, el pueblo afirma que hay cerros o morritos de oro que aparecen y desaparecen incitando la ambición de los hombres. Sin embargo, realmente existen algunos cerros con riqueza aurífera.

- El hítil quema a la gente que no lo saluda. Es un árbol con granos amarillos rojizos y una sustancia caústica. El hombre que en el bosque sin advertirlo se arrima a él o lo coge, sufre los efectos de la quemazón en todo su cuerpo con granos parecidos a los del árbol, hinchazón y fiebre alta. Por eso, el hombre debe andar alerta en el bosque y al descubrir un árbol hítil, saludarlo con todo todo respeto: “Buenos días o buenas tardes señor hítil”, después de la cual, dice la gente, puede hasta cortar el árbol sin que éste le haga daño.
Pero, si por desgracia ha sido quemado por el hítil, debe en el acto hacer el simulacro de ahorcarse de las ramas del mismo árbol, mediante una débil soga y dedirle: “Yo soy hítil y tu Pedro o Juan (según el nombre de la persona), pues, el hítil se contenta cuando la persona le da su nombre y éste toma la de él, luego de rota la soga con el pedazo de ella en el cuello debe correr hacia su casa, sin mirar hacia atrás. Dicen que de esta forma queda conjurado la acción maléfica del hítil.

- La gente asegura que el árbol renaco es morada del diablo (supay, shapshico o shapingo). Dicen que en ciertas horas del día o la noche, después de los aguaceros se oye el rumor de las conversaciones de los diablos en esos árboles, así como también llantos de criaturas al amanecer. El renaco es un árbol feo de la selva y asesino de sus semejantes, sus grandes raíces llamadas aletas se proyectan como opresivos tentáculos hacia otros árboles, mancornándolos y matándolos. Cuando estos árboles crecen en conjunto en terrenos fangosos, forman un fantástico engranaje de raíces dejando un espacio debajo que es madriguera de boas.

- La Lupuna, es el árbol gigantón de la selva, otro árbol feo, de madera fofa y con una enorme prominencia como barriga. La gente afirma también que en este árbol vive el diablo. Y cuando alguien muere hinchado con hidropesía, creen que ha sido embrujado con la lupuna por un enemigo suyo. Pues, dicen, que si se pone los restos de la comida de alguna persona en la barriga rajada de la lupuna, aquella persona muere hinchándose y rajándose como el árbol.

- Cuando un niño nace con la cabeza bien grande, la gente asegura que su madre en el periodo del embarazo ha tenido la mala suerte de pisar el redondo y abultado fruto del árbol “aya uma” (cabeza del muerto).

- Siempre se escuchan en la selva historias de mujeres adúlteras amarradas por sus maridos al árbol “tangarana”, en cuyo interior viven las feroces hormigas rojas, que además de picar, inoculan ácido. Estas hormigas ante los golpes dados al árbol con el lomo del hacha por el vengador, cubren inmediatamente el cuerpo desnudo de la víctima que muere sangrando enloquecida.

- El bejuco “ayahuasca” (soga de los muertos), preparado en brebaje especial tiene efectos alucinantes en el hombre, quién lo toma para ver su porvenir, mirar el pasado, el presente, para descubrir si su mujer lo engaña, a sus enemigos o para deleitarse con paraísos artificiales. Los brujos y curanderos lo utilizan en sus ritos misteriosos.

- En las noches oscuras o de luna, lloran más que cantar en la profundidad de la jungla una pareja de pájaros. Son los “ayaymaman”, su canto es un lloro tristísimo, algunos viajeros al escucharlos no continúan el viaje y retornan apenados a sus hogares. Muchos afirman que estos pájaros son negros y pequeños y que casi nadie logra verlos.

- Los “chicharramachacuys” o cigarras víboras son insectos horribles con cuerpo largo, parduzco, cabeza como de lagarto, cuatro alas con manchas oscuras, llevan un apéndice pectoral como lanceta, son ciegos y muy venenosos. En los caminos atacan a los animales y al hombre, ejecutando vuelos circulares velocísimos introduciéndoles la lanceta en el cuerpo de su víctima. La gente sostiene que el remedio es el acto sexual de inmediato, si la víctima es un hombre puede acudir a cualquier mujer y si es mujer a cualquier hombre.

- La chicua, según su canto avisa al hombre alguna desgracia o un próximo aguacero. Es el ave agorera de la selva. Cuando su canto semeja a una risa es de mal agüero.

- El huancahui mata víboras y se las come, es agorero cuando canta melancólicamente durante varios días cerca de una vivienda de alguien. Dicen que avisa enfermedad o muerte enviado por algún brujo.

- El chusqui (lechuza) anuncia enfermedad, muerte o cualquier otra desgracia, cuando vuela riéndose por sobre una casa es porque alguna mujer está embarazada.

- Un gallinazo posado en la cumbre de una casa es signo de muerte.

- El mugido lastimero de los toros frente a una casa produce pánico entre los moradores,porque es presagio de muerte.

- Cuando una gallina canta como un gallo es de mal agüero y ahí mismo hay que torcerle el pescuezo para conjurar el daño.

- Las pequeñas luciérnagas llamadas “ayañahuis” son los ojos de los muertos y hay que cuidar de que entren en las casas.

- Un pillopinto (mariposa) o un caballito del diablo (libélula) que ingresa a una casa y vuela pòr todas las habitaciones, avisa de que van a tener huésped,una visita, una carta o cualquier otra noticia.

- Encontrar un grupo de hormigas blancas en el umbral de la casa es signo de mal agüero.

- ¡Mañana voy a hacer a mi casa! ¡Mañana voy a hacer a mi casa!,dicen que el cacho o shihuín, pájaro holgazán, sin nido, promete desesperadamente cuando sufre las inclemencias atmosféricas y de la noche, para olvidarse luego cuando viene buen tiempo y seguir durmiendo durante el día en cualquier parte.Muchos hombres son como esta ave el cacho, dicen las gentes.

- Cuando las hormigas sitaracuys salen en filas de miles de sus madrigueras a los campos, a los caminos mordiendo ferozmente con sus recias tijeras a los transeúntes, a los viajeros, es porque va a llover y llueve. SITARACUY es vocablo quechua que significa: si llueve o va a llover.

- El Manacaracuy, canta en grupos en los bosques aledaños a los pueblos: Manacaracuy, manacaracuy, quechua, que se puede traducir por: no convido mi comida, no convido mi comida. Es común escuchar el canto áspero, colérico de esta ave en los amaneceres.

- Del azulado cuerpo de la hormiga isula muerta, brota el bejuco “tamshi”. El pueblo sostiene que es así, pero lo cierto es que la hormiga isula come el fruto del bejuco y lleva la semilla en el vientre, lo cual cuando muere la isula, germina y crece la planta.

- La gente de los campos calcula las horas, con el sol, con el canto de “firirín”, ave que canta matemáticamente a cada hora, con igual número de modulaciones el tiempo que señala. El firirín es el reloj de la selva.

- Cuando los chanchos frotan desesperadamente sus colas y traseros (seguramente por comezón) en las piedras, en los filos de las cosas, en los troncos de los árboles, la gente dice que va a llover. Y llueve.

- Llaman Alcalde en la selva a un pajarito de plumaje rojo y amarillo, que sobre todo después de los aguaceros recorre los caminos, los puentes, como si se preocupara por la conservación de éstos. No teme al viajero, va delante de èl cantando alegremente. Su nido es como un lindo chalet con limpios compartimientos que cuelga de la rama de un árbol a orillas de un río o lago.

Carlos Velásquez Sánchez

miércoles, 10 de marzo de 2010

CREENCIAS DE LOS INDIGENAS EN LA SELVA


Según los piros existe en la selva o en el fondo de los ríos unos espíritus, los tunchis del río o del monte como los llaman los piros. Estos espíritus unas veces se dejan ver bajo la forma de hermosas mujeres cubiertas de pelo todo el cuerpo o de sirenas, otras veces semejan hombres altos, fuertes, feos y repugnantes o simplemente se dejan sentir mediante ruidos, cantos o gemidos. Lo más común es que estén representados por un pájaro que pía tristemente.

Los bosques tenebrosos y solitarios, los malos pasos de los ríos, las casas deshabitadas, los panteones son los lugares preferidos de estos espìritus.
Salen todos los días y noches por los caminos transitables, hablando solos, llorando y gritando o simulando ser gentes conocidas de los viajeros. Su oficio es asustar, también se les atribuye ser causa de enfermedades, muertes y secuestros.
Muchos de esos espíritus son llamados “mama” o madre habitan en los remolinos de los ríos, en los árboles, en las corrientes y en otras muchas manifestaciones de la tierra y de la vida y se llaman “mama”, porque son el origen de esa cosa, la fuentes de su actividad y sus celosos guardianes. Así el remolino, el río, el árbol tienen una “madre” que les dá la vida, que llora, que canta y ríe y venga las injurias que el hombre osado se atreve a inferirles.

Carlos Velásquez Sánchez

LA FIESTA DEL CARNAVAL EN LA SELVA


Es otra de las celebraciones más populares en toda la región de la selva. A la gente mucho le gusta jugar carnavales y en el juego se emplea todo lo que se encuentra a mano: huevos, frutas podridas, barro, frutos silvestres como el pichohuayo muy pestilente, la jagua,.el caballo-usa que se prende fuertemente en el suelo.

Lo más atractivo de esta fiesta es el corte de umsha. Se trae un árbol grande del bosque, de preferencia una palmera, al que se le entreteje las ramas, luego se adorna el árbol con guirnaldas y se va colocando pequeños regalos con cintas de colores y las mejores galas. Luego se planta el árbol en plena calle o en un patio, huerta o solar. A la hora del corte, se forman cuadrillas y comparsas llamadas pandillas como el changanacuy, sitaracuy, la cajada, el pellisqueo, etc.
Estas danzas se bailan por parejas tomadas del brazo, casi corriendo y saltando.

Estas danzas siguen ininterrumpidamente hasta la caída del árbol y mientras se baila, también se juega con polvos, betunes, serpentinas y se va tomando el masato, chicha, huarapo, ventisho y la copa de cachaza.
Luego danzando, se va pasando de pareja en pareja, una pequeña hacha, con la que en cada vuelta, al pasar por el árbol el varón le aplica un corte.
Por fin, después de haber pandillado hasta el agotamiento, se termina de cortar la umsha dándole unos cortes.
La caída del árbol es esperada ansiosamente por la multitud, especialmente por los chiquillos que se abalanzan sobre él, antes de caer al suelo para coger los regalos y sorpresas sujetas a las ramas.
La feliz pareja que aplica el último hachazo que produce la caída del árbol, queda formalmente comprometida públicamente para parar la umsha al año siguiente y correr con todos los gastos.