martes, 7 de agosto de 2018

EL SHINGO ENAMORADO



– Cuento cajamarquino (Bambamarca)
El shingo andaba enamorao de una linda muchacha y to' los días lo seguía cuando ella salía a recoger leña o a traer agua.
Un día decidió ir a presentarse a los padres de la muchacha y ellos, apenas lo vieron y se fijaron que era feo, esqué dijeron:
- ¡¿Pa' qué diablo pue este feazo, negro, patas rajadas?! No queremos que sea nuestro yerno.
Entonces el pobre shingo se fue triste, pero sin perder las esperanzas.
Varios días pasó lavándose las patas con una piedra áspera pa' que blanquearan, pero todo seguía igual. Hizo un nuevo intento de ir a pedir la mano y no lo aceptaron.
Regresó el shingo al río y siguió sobando sus patas hasta dejarlas sangre-sangre; en ese momento se le acercó el huayhuash y le dijo:
—Compadre shingo, ¿qué hace usté aquí?
—Estoy lavando mis patas pa que se hagan blancas y tal vez así me acepten mis suegros— contestó el shingo.
—Esas sus patas son así de nacimiento— le dijo el huayhuash —, si usté gusta yo voy a hacer el pedimiento a su nombre y después que lo saco a la muchacha usté lo lleva.
El shingo pensó un rato y luego aceptó la propuesta, pero dijo:
—Bueno, compadre, váyaste; pero no lo vaya a hacer nada a la muchacha en la casa. Yo estaré mirando por la ventana.
Entonces el huayhuash, con poncho al hombro y pecho blanco, se fue a la casa y ahí mismo le aceptaron. Hicieron el casamiento y lo llevó a la muchacha a la cama, pero como el shingo estaba mirando, grito enojadazo:
—¡Compadre, así no ha sido el trato!
En eso salió la muchacha y con un palo le dio un huicapazo por las patas y el shingo tuvo que irse volando sin ningún consuelo ni esperanza. El huayhuash se quedó a vivir y gozar con la muchacha.


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