lunes, 13 de agosto de 2018

EL VIEJO ARRIERO



                 (Francisco Izquierdo Ríos)
Después de haber comido nuestro fiambre, nos calentamos al fuego yo y mi viejo arriero y ansioso le digo ¿Qué me cuentas buen viejo?.
Nací en Molinopampa, patrón y estos mis ojos se han enturbiado solo en este diablo camino a Moyobamba.
Las arrugas de mi cara brotaron en cada viaje que hice por este pésimo camino del infierno y así como mi cara también tengo arrugado el alma, aquí adentro, pues patroncito tengo muchas penas.
Yo he sido arriero de toda clase de gentes, de gringos muy altazos como los eucaliptos y como ellos, mudos pasaban a Loreto y de costeños habladores que venían de subprefectos.
He tenido patrones nobles, de mano suelta, como patrones muy malos, grandísimos “puñetes” que hasta se fijaban en el fiambre.
Y el viejo arriero saca de su talega y masca la agradable coca.
Y en Pishcohuañuna muchas veces a los “munchas palúdicos” les he visto pelar el ojo y los cubrí con ramas y piedras, colocándoles una cruz, siquiera. Como lloraban las mamás de estos buenos muchachos qu salen de sus casas, patrón, a buscar fortuna y encuentran en un cerro desierto y frío sus tumbas
Desde que fui niño trajino estos senderos y una vez en un barranco profundo y cubierto de bosque espeso. Grande fue mi sorpresa al encontrar a las bestias amarradas unos de otras de las colas.
¡Santo Dios! Patrón, el duende.
Después de rogar y rezar a Dios  con todo mi corazón para que me ayudara llevando en la mano una cruz que formé de ramas, bajé con padecimiento y por mil rodeos al fondo del abismo, desaté a las bestias y de una en una, padeciendo las hice subir.
El duende, patrón, el duende.
De un rato, felizmente cuando ya estaba encima del barranco, oí que dentro de las palmeras, bien abajo, se reía burlescamente el duende, taitituu.
Mi cuerpo se hizo grueso y mis pelos se pararon de punta.
Haciendo uso de todo mi valor corrí hacia la cueva, arreando a las bestias.
Hay que tener cuidado en estos diablos caminos de los horribles duendes, que viven en los cerros o bien bajo la tierra.
El duende, patrón se burla de la gente, el maldiciado hasta criaturas se roba, patrón, los llevan lejos, lejos.
Y hay cuevas también en los cerros, patrón, donde el duende se burla de nosotros los cristianos cuando pasamos por lado de ellos, nos remeda, silba, canta, ríe, nos tira piedras con ramas y hasta con isma de pájaros, patrón.
Por eso, nosotros al pasar por estos sitios le damos la contra que nos enseñó el taita cura, rezando el padre nuestro y la santa cruz hacemos con nuestros dedos, o sino , le damos miedo golpeando nuestros puñales en las piedras hasta sacar candela.
Y patrón, en las noches unos gritos habrás oído, como de alguien arrea. Es el alma patrón, de algún arriero muerto.
¡Uff! Amarga la coca, taitituuu, mala señal. Seguro que mañana  otra vez va a llover.

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