viernes, 2 de agosto de 2013

E L V I S I T A N T E


Lo vimos en la orilla del rio. Llegamos de la chacra llevando plátanos y leña para toda la semana. Mi madre siempre nos recomendaba llevar trozos de capirona, porque es la mejor leña, sale buen carbón y arde muy bien. No vayan a traer yanavarillas, porque parecerían shicapas. Si traen plátanos, que sean los más gordos. Si no hay bellaco, traigan mameluco, no tiene pupo. Me traen cinco pupos de plátano para comer y si hallan ahuihuas, tráiganlos, los comeremos volteados. Callamba también, búsquenme hijos.

Y cuando bajábamos del bote motor, ese meditabundo hombre nos dijo : Jovencitos, me podrían regalar unos cuantos maduritos.

-Cójalos, nomás buen hombre, eso es lo que más abunda en nuestra chacra.

-Por algún caso ¿ Tal vez necesitan un trabajador para su chacra? Nos preguntó.

-Sí, señor- le conteste. Pero tiene que hablar con mi padre, ahorita viene.

Y de esta manera comenzó a trabajar con nosotros. Se llamaba Leovigildo y venia de Pataz en busca de nuevos horizontes. Podía faltarle cualquier cosa menos su coca y paraba chacchando.

Y un día Leovigildo le pidió  a mi papa que desistiera del viaje que iba a hacer llevando frejol en su balsa a vender en Juanjui.

-No vayas patroncito, mi coca amargo anoche y me dijo que te iba a ir mal. Accidente vas a tener en viaje. Malo, malo el tiempo.

-Ja, ja, ja , que inocente eres Leovigildo, creer yo en esas cosas, no faltaba más, dijo mi padre.

-Cierto patroncito, coquita no miente, vas a ver.

Y mi padre acompañado de dos bogas, sin hacer caso a las advertencias de Leovigildo, emprendió viaje en su balsa. Fuimos a despedirle mis hermanos, mi madre y yo y lo vimos alejarse. Leovigildo insistía: Pobrecito patroncito, mal viaje va a ir. Voy a consultar otra vez a mi coquita.

-Eso lo haces , solamente por chacchar, so vicioso, le dije. Pero no me puse a meditar, que los indios aprendieron muchas artes aún desconocidas en el mundo entero, poseían los mejores cirujanos de las civilizaciones antiguas, como los Paracas, que realizaban las famosas trepanaciones craneanas.

En nuestra selva, algunas tribus conocen filtros de amores, al que denominan pusanga y que hacen que el ser amado corresponda y ame con locura.

Una semana después de estos acontecimientos, recibimos una carta de mi padre, en la cual nos avisaba que había sufrido un accidente en la balsa, que casi se rompe la pierna y que en Juanjui estaba en tratamiento. Y luego al sentirse mejor, decidieron continuar el viaje hasta Shapaja, en la cual el frejol tenía buen precio.

Durante el viaje se desato una lluvia torrencial, mojándose un poco el frejol o huasca poroto, luego la lluvia ceso. Descubrieron los sacos, los mismos que se secaron y la lluvia hizo que los granos se hincharan creciendo de tamaño. Y en Shapaja, los compradores se disputaban el producto y lo vendió todo.

El peso había aumentado en un 50%, habiendo mi padre ganado regular dinero y con esto viajaba a Iquitos a comprar mercaderías para traerlos a Tocache y en ese momento mi padre sintió un gran dolor en la pierna que tuvo que irse al Hospital de Tarapoto, luego al día siguiente se embarcó rumbo a Tingo María para poder estar cerca de su familia y mi madre viajo a Tingo María para regresar junto con mi padre, ya restablecido.

Y desde allí mi padre, para cualquier viaje consultaba siempre con Leovigildo y todos los balseros antes de salir de viaje le consultaban también. Su fama creció aún más cuando una vez encarcelaron a una doméstica, culpándola de haber robado a su patrona cincuenta soles y ella negaba ser culpable.

-Yo no toque ningún dinero, se lo juro, mi Cabo . Mis padres me enseñaron a ser honrada.

-Hija devuelve ese dinero que tomaste, seguramente tenías alguna necesidad o si no reconoce tu culpa y lo pagaras trabajando y no iras a la cárcel, le decía el Cabo de la Guardia Civil.

-Se lo vuelvo a jurar señor, no toque ningún dinero. Soy honrada.

Y alguien recomendó a la patrona que consultara con Leovigildo.

-Señora, le dijo este, la coquita no miente. Ella es inocente.

-Pero, entonces ¿ Quién tomo mi dinero?

-Espere señora, la coquita me lo dirá. Humm….Si , señito, fue su esposo quien le robo para emborracharse.

Y la señora fue a su casa y le dijo a su esposo : Ildisho,…¿ Porque dejaste que culpáramos a nuestra empleada? Me hubieras dicho que fuiste tú y no me habría ido hasta la autoridad.

-Yo no fui, ¿Cómo voy a agarrar plata que no es mía?

Me lo dijo don Pocochon, dice que de borracho le contaste, pues, te vio con plata.

-Perdóname mi amor, mi muñeca, es que tenia deseos de tomar y no me hubieras querido dar ni un sol. Eso de ser saco largo, talegario y andar pidiendo dinero a la mujer, esta malísimo.

-Pensar que tuve que culpar a una inocente, voy a pedirle perdón y ojala acepte regresar a trabajar.

-Fue a la autoridad y le narro todo. Dejo en libertad a la domestica y encarcelo 24 horas al ladrón y a su esposa por calumniadora.

Y así desde diferentes lugares llegaban día a día personas atraídas por la fama de Leovigildo, a quien le llamaban el Anticristo.

Muchos naturales contaban, que sus abuelos decían que unos seres resplandecientes trajeron a la selva la palmera que hoy llamamos “shica shica”. Es espinosa y sus frutos son como pequeños coquitos muy sabrosos. Estos seres estuvieron en una tribu por mucho tiempo y analizaban todas las variedades de plantas, insectos y recolectaban algunos.

Les llamo poderosamente la atención al ver a los indios “chacchar coca”. Ellos hicieron lo mismo, la analizaron y llevaron abundante semilla y plantas y fue de esa manera, que hicieron las líneas de Nazca para saber dónde aterrizar y venir sin perderse, luego se internaban por la sierra y selva.

La “shica shica” es  el caramelo de muchos niños selváticos y hoy se le puede encontrar en toda la selva.

Desde allí, por las noches le espiaba a Leovigildo desde lo alto de un árbol de mango y soportaba las picaduras de zancudos hasta que apareció Leovigildo con otras cuatro personas extrañamente vestidos y a la luz de la luna pude distinguir que se tomaban de la mano y empezaban a flotar en el aire, sus cabezas tomaban la forma de un trompo y tenían tres ojos que irradiaban una luz verdosa y sus vestidos eran de una sola pieza de color plateado, no resistí el miedo, creí desmayarme y vi que el ser o sea Leovigildo, al verme caer apunto con una arma hacia donde me encontraba y fui resbalando lentamente y llegue al suelo sin sufrir un solo rasguño.

Leovigildo llego a mi lado y me dijo: ¿Que te paso, patroncito?¿ Que hacías arriba de ese árbol?¿Acaso no sabes que es peligroso estar encima de ellos a estas horas?, pues sufrimos alucinaciones. Es lo que te sucedió. Volvamos a la casa, pero no comentes nada de lo que te sucedió a tu padre, pues te regañaría y azotaría.

Sabía que lo que me decía, era falso y no fue un sueño ni una alucinación.

Desde ese día, Leovigildo desapareció y años después en el Caserío Bolaina, le encontré mal de salud y me  dijo: Iré ya a reunirme con mis antepasados solamente en la parte inmaterial. Yo hubiera querido que mi cuerpo también reposara para siempre al lado de los míos allá en mi pueblo. Mi Boriak querido en mi amado planeta.

Y allí comprendí, que lo que vi en esa oportunidad no fue producto de mi imaginación.

-Dime Leovigildo ¿Que es aquello de tu planeta? ¿ Eres acaso extraterrestre?

-Escúchame, mañanerito. Cada cierto tiempo visitamos tu planeta y nos confundimos con Uds. Nuestro aspecto es similar, como recordaras, solo la diferencia es un ojo demás. Uds. tienen la suerte de contar con especies animales y vegetales, no saben valorar el tesoro que les dio la naturaleza y constantemente los destruyen.

Es el caso de los animales, los exterminan sin reparo, también talan indiscriminadamente los arboles destruyendo la ecología del lugar. Arrojan a los ríos sus desagües, las mismas que van a dar al mar, contaminándolas. También los desechos químicos que van a dar a los ríos y que causan la muerte de muchas variedades de peces y de la fauna en general.

Además de sus grandes fábricas de vehículos, al quemar los bosques, cantidades de dióxido de carbono que destruirán todo vestigio de vida.

Alguna vez cuando no haya vida en este planeta, serán mis hermanos de raza los que harán regresar  a los descendientes de las especies que hemos llevado.

-¿ Cómo es que tienes este cuerpo y no el que vi aquella noche? le dije.

-Nosotros dominamos nuestra mente, es por eso que no me quejo a pesar de que me estoy muriendo. Podemos cambiar fácilmente de aspecto. Todo esto lo hacemos porque Uds. no están preparados para recibirnos tal y cual somos. Uds. aun no dominan sus bajas pasiones, ni sus malos instintos, Uds. asesinan por venganza, por robarse, por pasiones políticas, religiosas, por amor, etc.

Bueno amigo o patroncito como solía llamarte, aquí nos despedimos, solo te pido por favor que me entierres bajo la sombra de una planta de shapaja.

Luego, dio un último suspiro, sin haber salido de su boca un solo lamento. Así termino la vida de aquel extraterrestre que amo mucho a nuestra selva que nosotros mismos intentamos destruir.

Su cuerpo al morir, tomo su real aspecto, era horrible. Lo cubrí con mi colcha para que no lo vieran tal y cual era.

Amigos, todos, aprendamos de Leovigildo e intentemos proteger la naturaleza, caso contrario quedaremos solos en el planeta TIERRA , al desaparecer las demás especies.

Carlos Velásquez Sánchez

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