jueves, 8 de abril de 2010

NARRACIONES POPULARES DE NUESTRA SELVA

- La boa echa hilo a la víctima o sea que lo hipnotiza. La boa negra de agua hipnotiza a un animal o a un hombre que anda por allí cerca o que se dirige a beber, abre los ojos grandemente y la víctima es atraída hacia ella como por una fuerza misteriosa, cuando los cierra, la víctima se siente libre de esa atracción y procura evadirse, pero nuevamente es atraída hacia el monstruo cuando éste abre sus ojos, la suerte del animal o la del hombre está ya perdida, la boa desde las aguas se lanza sobre él, se enrosca en su cuerpo y lo descoyunta y al toque se lo traga, cubriéndole antes con una baba y encogiéndose para cobrar mayor volumen en la barriga y en el cuello.
Dicen, que el hombre puede librarse de esa fuerza hipnótica de la boa, cortando esa fuerza con su machete en el aire y en forma de cruz, o bien mordiendo a la boa en el momento en que ésta se enrosca en su cuerpo, pues dicen que el mordisco del hombre es venenoso para la boa.
También se afirma que para lograr una poderosa fuerza en los brazos, no hay sino que derrotar a las crías de las boas, haciendo que éstas se enrosquen en los brazos desnudos y soportando su tremenda presión, pues toda la energía de las boas pasa al cuerpo del hombre vencedor, pero si las boítas doblegan al hombre en esa prueba, éste pierde su propia fuerza y se queda débil para toda la vida.

- La tortuga, es el símbolo del conformismo, cuando le aplasta un árbol queda prisionera hasta que el tronco del árbol se pudra, la cual puede ser en 20 ó 30 años y durante su cautiverio se alimenta de tierra y del propio árbol en descomposición.

- El rugido del tigre aterroriza a los caimanes y el tigre lo sabe, por eso cuando va a chimbar (cruzar) un río, ruge dos o tres veces en la orilla y los caimanes desaparecen inmediatamente en el fondo de las aguas.
El tigre cuando quiere comer cola de caimán que es su potaje preferido, ubica al caimán, lanza un rugido y éste queda paralizado de terror y el tigre empieza a comerle la cola, sin que el caimán haga nada por liberarse. Por esta razón hay en la selva muchos caimanes sin cola o con solo parte de ellas.
Pero con las huanganas, el tigre no se gasta ninguna broma. Las huanganas recorren la selva como una tromba, con un rumor de pezuñas y colmillos, quebrando ramas centenares de huanganas bravas, con un macho de guía adelante y otros machos en los flancos y en la retaguardia. Acampan al anochecer, formando los machos un círculo defensivo en torno a las hembras y a los jabatos y emprenden la marcha nuevamente con las luces del nuevo día.
Todos los animales huyen a su paso, hasta el hombre, quién para matarlos tiene que subirse a un árbol. Y hay historias en que las huanganas tumban a mordiscos con sus grandes colmillos los árboles en que están apostados los cazadores. El hombre desde arriba, mata primero al macho guía, a fin de provocar desconcierto en la manada. Lo mismo, el tigre nunca se atreve a atacarles de frente, les sigue astutamente y coge a las retrasadas, a las cansadas y si alguna vez cae en medio de la manada, no queda de él ni sus bigotes, las boas también corren ante el rumor de las huanganas.
Las huanganas cruzan violentamente el río, levantando a las crías con sus hocicos, a veces entran a las poblaciones, atontadas se meten en las huertas, en las casas, en las iglesias, son grupos desorientados, sin machos guías que han sido muertos por los cazadores, entonces los habitantes del pueblo con gran algarabía hacen una cacería buena, y el lugar queda por muchos días impregnadas del fuerte olor a cebolla que las huanganas despiden de una glándula que tienen en el lomo.
“Asna huangana” dicen al hombre o mujer con sobaquina, en quechua “asna” significa “hediondo”.

- En el periodo del auge del caucho, los extractores de esta goma perdidos en la jungla, sin hembras, se acercaban a las bufeas de los ríos que tienen órganos semejantes a los de la mujer, realizaban el acto sexual con estos animales y tenían que estar siempre acompañados, pues la recreada (orgasmo), era tal que necesitaban de alguien que los reviviera a golpes, ramalazos o cinturonazos.

- Los pucabufeos o sea los colorados, persiguen a las balsas o canoas donde hay mujeres, sacando de rato en rato los hocicos de las aguas y lanzando espuma hacia ellas. Dicen que esta persecución es más intensa cuando la mujer viajera está con su menstruación hasta el extremo de que los pucabufeos amenazan con hacer naufragar a hocicazos la balsa o canoa.
Los dientes de los pucabufeos son usados en nuestra Amazonía como pusanga para el amor. Se agujerea el colmillo de punta a punta y a través del cual el hombre desde cierta distancia, semioculto mira a la mujer de sus tormentos, cuando ésta voltea ante un silbido de él, luego sin dejarse ver por ella, desaparece en el monte por algunos días, dietando manteca, sal, carne y ají, luego sale del monte y encuentra a la mujer como una mansa paloma.

- La tanrrilla, es un ave que corre a echarse amorosamente a los pies de cualquiera, por eso su fémur también es usado en la misma forma que el colmillo del pucabufeo como pusanga.

- Los pelejos, yoncas o perezosos duermen abrazados a las ramas en un sueño profundo. Solo viven durmiendo y cuando se despiertan es solo para bostezar. Cuando un cazador les apunta con el arma, lo miran llenos de angustia con esos ojos casi humanos, como si le quisieran decir: ¡Que vas a hacer,criminal!, luego se tapan los ojos con sus patas delanteras que son flexibles como sus brazos. La hembra mantiene a su cría, lo mismo que una mujer en los brazos y si llueve se tapa con una hoja ancha a manera de paraguas y así está hasta que desaparezca el aguacero.

Carlos Velásquez Sánchez

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