lunes, 28 de enero de 2013

EL S A P O Q U E C O M I A A L O S H O M B R E S

Venia navegando un paisano, que iba a visitar a una familia rio abajo, era tarde y venia la noche. El paisano preocupado decía:¿ Dónde voy a dormir?. No he buscado lugar seguro para pasar la noche y de pronto a lo lejos, vio unas luces y dijo :¡ Que suerte! ¡ Hay paisanos que están pescando¡ y al llegar a ellos, bajo de la balsa, vio a una mujer que estaba raspando las escamas de un pescado y le dijo : Buenas noches.

Volteo la mujer y le dijo : Buenas noches , primo. Siéntate y él se sentó. En eso, vino un hombre alto, parecía que no tenía huesos y le dijo : Hola primo, ven a mi choza. Que aquí tu prima, no te va a dar pescado, ella es muy “mishica”, pero yo si te voy a dar, soy muy bueno. Vamos.

El paisano le contesto: Vamos pues a tu choza. Lo llevo, llegaron y dijo : Siéntate, que te voy a traer pescado. El paisano pensó y dijo : Este no es mi paisano, Este es un Sapo. Luego le trajo bastante pescado y dijo : Toma primo, come, me imagino que tendrás mucha hambre.

El paisano comió y comió y dijo: Ya estoy lleno. Come más, llénate bien, que después te voy a comer. El paisano se asustó y el Sapo le dijo: Vamos a la arena para luchar, si me ganas, te vas.

El paisano acepto y empezaron a luchar, el paisano no se dejaba ganar, pero en un descuido el Sapo lo trago. Y dijo el Sapo: Ahora estoy bien satisfecho. El Sapo regreso a su choza, así hacia  a los que navegaban, a todos los tragaba.

En ese rio, ahora ya no navegan los paisanos, pero había un paisano llamado Clemente que no hizo caso y dijo : Yo voy a navegar, para ir rio abajo, hizo su balsa, se fue, navego, navego hasta encontrarse con los Sapos, fue a visitarlos.

Ahí estaba una mujer ahumando su pescado y ella le dijo :  Buenos días primo. Buenos días, prima le contesto Clemente. Siéntate le dijo y se sentó.

Después de un rato vino el Sapo y le dijo : Hola primo. Hola primo le respondió el paisano. Vamos a mi choza, que aquí tu prima no te va a dar pescado, es muy miserable. Peo yo si te voy a dar, yo soy muy bueno. Vamos pues, le dijo el paisano.

Se fueron, luego en su choza el Sapo le dijo : Siéntate, voy a traerte pescado, seguro que tienes hambre. Le trajo bastante pescado y el paisano comió hasta llenarse bien. El Sapo le insistía que siguiera comiendo, porque después le iba a comer.

El paisano Clemente molesto le dijo : Ya no quiero comer. El Sapo le contesto: es en vano que te lamentes. Vamos ya, que tengo hambre y tú ya estas gordo ídem el Mañanero.

¿ A dónde me llevas? le pregunto el paisano. A la arena, le contesto el Sapo. Se fueron, lucharon, el Sapo saltaba de un lado a otro, Clemente no se movía, le miraba con los ojos fijos. Salto el Sapo encima del paisano, pero el paisano logro zafarse de él.

Ya estaba cansado el Sapo y dijo :  Uff, Uff, ahora te tragare, ja, ja,ja. Y seguía luchando el paisano con todas sus fuerzas y en un descuido del sapo, escapo  a toda carrera. El Sapo le seguía saltando y saltando.

El paisano llego a su balsa, la empujo y subió. El Sapo, le seguía  también en una balsa, Clemente remaba desesperadamente, el Sapo también gritando ei, ei,ei no escaparas, te seguiré y te tragare y se reía como un loco, ja,ja,ja.

El paisano llego al otro lado del rio, bajo y corrió todo lo que pudo, pero el Sapo ya estaba cerca. El paisano grito. Sapo del Diablo. El Sapo ya estaba cerca y gritaba ya te voy a comer, saltaba, saltaba.

El paisano entro al monte y subió a un árbol. El Sapo no podía subir, se resbalaba y le dijo: Crees que te vas a escapar. Voy a traer mi hacha, se fue y no demoro ni un minuto, ya estaba volviendo. Miro hacia arriba y vio que el paisano estaba temblando. El Sapo comenzó a cortar el árbol hasta derribarlo. El Sapo salto y logro atraparlo y lo trago y el Sapo le dijo : Ya ves, ya ves, de mi nadie se escapa.

Volvió con su hacha sobre el hombro, mientras que el paisano Clemente se mataba de risa, porque lo que se tragó el Sapo, no había sido el, sino un “pelejo” (yonca). Como estaba muy apurado ni se dio cuenta que era lo que se había tragado.

Esa noche, el paisano se la paso fumando su tabaco, al amanecer saco filo a su cuchillo y lo guardo en su morral. Luego fue rio abajo, navego, navego, hasta llegar donde estaban los Sapos. Dijo el paisano: Ya estoy aquí. Ojala que no me reconozca, voy a pintarme con achiote la cara y se pintó.

Al igual, que en la primera vez, dijo el Sapo: Vamos pues, a la arena a luchar. Ojala no tenga mucha fuerza, porque la otra vez se me escapo y se subió a un arbol, tumbe al árbol y por no ver bien,  me trague una yonca y él se escapó.

Cuando caía el árbol, el salto al otro árbol y yo no me fije y me trague una yonca. Me di cuenta, cuando fui al baño y salieron pelos blancos y amarillentos y dije:  Yo no me trague al paisano, sino que un fue un pelejo o yonca.
Vamos, dijo el Sapo. Se fueron a la arena y comenzó la feroz pelea, el paisano le esquivaba al Sapo, no podía atraparlo y de un salto agarro al paisano y se lo trago de un bocado y dijo el Sapo: Por fin comí una buena presa, pero mientras tanto, dentro de su panza, el paisano saco de su morral el cuchillo que había afilado y le corto la barriga, saliendo el paisano Clemente todo baboso como un recién nacido.

El Sapo grito de dolor, el paisano le miro y vio como el Sapo se transformaba en un verdadero Sapo, que no se parecía a la gente y así comenzaron a aumentar los sapitos por toda la Selva. 

 

Carlos Velásquez Sánchez

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