jueves, 17 de enero de 2013

EL SAPO HUALO

Cuando la noche arriba en medio de la selva se oyen los más increíbles sonidos que uno se pueda imaginar, casi como una especie de concierto natural se van escuchando extraños agudos, graves profundos, chillidos sostenidos, incluso gritos destemplados.

- Eso es algo de todos los días señor decía María.

María era una mujer pequeña, delgada pero con las manos fuerte como ella misma decía,

- Manos fuertes para trabajar señor, por que yo soy masajista en el spa del hotel donde usted se queda.  Estoy aprendiendo recién solo sé lo básico no más de reflexología y algo de masajes no más. Pero en lo que si soy buena es leyendo el aura en eso si soy buena y me viene de familia ah, mi mamá y mi abuela son buenas leyendo el aura.

- Si quiere le leo el aura señor.

- No María gracias eso del aura me da algo de miedo imaginate que te enteres de mis secretos mas terribles. No gracias.

- Ja ja ja no señor, usted no tiene cara de tener secretos raros pero bueno, otro dia puede ser,10 soles no mas.

Casi sin darnos cuenta ya era de noche otra vez y los sonidos de la selva empezaban a hacerse mas notorios.

- Ese ese el hualo señor es como un sapo pero mas grande y grita así todas las noches.

Esa noche no pude dormir escuchando los sonidos de la selva y pensando en el hualo, escuchaba los sonidos de la selva cerca, a lo lejos también y siempre distinguía el sonido del hualo croando fuerte en toda la noche.

Las noches siguientes salimos a caminar esperando conocer algo más de aquel pueblo que nos acogía, aparentemente tranquilo todo el tiempo.

Una noche regresando al hotel escuchamos el sonido del hualo mas fuerte que de costumbre.

- Es que está en época de celo señor, así grita cuando busca novia ; nos dijo María.

Siguiendo aquel sonido fuerte llegamos a un terreno vacío desde donde logramos escucharlo mejor. De pronto al acercarnos por fin logramos verlo, ahí estaba el hualo y en efecto, era un sapo grande como de 30 cms. Estaba sentado al lado de un charco inflando la garganta exageradamente seguro para que alguna hembra lo viera.

Tenia un color marrón aunque yo lo había imaginado verde brillante (quizás sea daltónico). Andaba con los ojos bien abiertos y no se inmutó con nuestra presencia.

- Que grande es el hualo y que paciencia esperando ahí, seguro a la novia pensé en voz alta.

- Mejor nos vamos, no será que venga la novia finalmente y no pueda hacer nada de la vergüenza.

- Si, mejor nos vamos.

Regresamos al camino y nos fuimos caminando callados por un momento pensando seguramente en que si el hualo finalmente conseguiría novia aquella noche o quizás la siguiente; quien sabe. Lo cierto es que no cesa de croar y su sonido sigue llegando  a mi habitación. Suerte hualo en tu búsqueda. La vas a necesitar.

Carlos Velasquez Sanchez

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