lunes, 7 de junio de 2010

LOS PECES CAMINANTES


En la selva, hay dos especies de peces que tienen la extraordinaria facultad de caminar por tierras hasta grandes distancias, para emigrar de una cocha a otra en busca de mejor ambiente. Esos peces son los “shuyos” y los “shirues” que abundan en las cochas. El shuyo, es un pez cilíndrico de unos 30 a 40 cms., sin escamas, cubierto de una piel resbaladiza, de color oscuro y comestible.

El shirue es un pez pequeñito de unos 5 a 10 cms. cubierto con gruesas y apretadas escamas casi cortantes. Se mueve en tierra con agilidad, el caldo del shirue es muy tonificante, por eso es que se le emplea para el timbuchi o chilcano.

CUENTO

Cierto día, Mañanero se internó en el bosque, dirigiéndose a una cocha cercana, donde siempre acostumbraba a pescar, era época de verano, en la que los ríos, lagos y cochas disminuyen su volumen de agua.

Cuando el Mañanero se encontraba ya cerca de la cocha, de pronto vio un árbol de sachamango cargado de frutos y entonces se detuvo a coger algunos. En esos instantes, de repente escuchó una especie de murmullo lejano que se iba perdiendo poco a poco.

Era la primera vez que oía ese extraño ruido dentro del bosque y por eso le llamó poderosamente la atención. Al principio pensó que se trataba del desplazamiento de algún reptil de gran tamaño, pero, el ruido era confuso, después de largo rato de permanencia con el oído muy atento, por fin, pudo precisar de donde venía el ruido.

Mañanero, abandonó la trocha que venía siguiendo, abriéndose paso en el bosque y al fin pudo contemplar sorprendido algo insólito que no podía creer. Lo que veía eran interminables columnas de peces que caminaban en el suelo con movimientos rápidos y ondulantes. Eran una columna de shuyos y shirues, procedentes de la pequeña cocha a la que se dirigía a pescar.

Estos, pues, son los peces caminantes que se dan el lujo de emigrar de un lugar a otro, los cuales se encaminaban a otra cocha grande situada a tres horas de distancia, en busca de mayor seguridad para su supervivencia.

Carlos Velásquez Sánchez

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